Franco

Franco llegó a nuestras vidas porque lo deseábamos demasiado. 

Planeamos mucho su llegada y lo esperamos con muchas ansias.

Cuando Lola cumplió un año tomamos la decisión de ampliar nuestra familia perruna. Queríamos que Lola tuviera un compañero, alguien con quien jugar y divertirse y sobre todo alguien para hacerse compañía mutuamente.

Desde el principio quisimos que el nuevo integrante llegara cuando Lola tuviera alrededor de dos años, para darle tiempo de madurar un poco más y de disfrutar también su tiempo sola con nosotros.

El nombre lo escogimos muy rápido y sabíamos que queríamos un macho para poder tener la experiencia que era nueva para nosotros. Y queríamos que fueran de la misma raza, no por nada en particular solo que nos gustaba la raza.

Tan pronto nació Franco lo escogimos y esperamos su llegada contando los días. No hay nada que me guste más en el mundo que un cachorro, su olor, sus sonidos y su ternura sin medida.

De cierta forma creo que fuimos un poco ingenuos porque sabíamos que Lola no era una perra a la que le fascinaban los otros perros pero creímos que eso podía cambiar con la llegada de un nuevo integrante.

Al principio fue muy duro el tema de la adaptación porque Lola no lo aceptó bien, así que por miedo a que le pudiera hacer algo nos tocaba dividirnos y durante tres semanas no los dejábamos completamente juntos sino que dormíamos con ellos separados y los juntábamos por ratos. Después, un día estaba en la peluquería y José Luis me llama y me dice que ya los juntó y que todo va perfecto, me volvió el alma al cuerpo y sentí una tranquilidad impresionante.

Desde ese día Franco solo ve por los ojos de Lola y ella aunque lo ama, tiende a ser medio chinche con él. Franco todo el día la busca y quiere jugar con ella.

Franco ha sido un gordo increíble y de él he aprendido a ser respetuosa de los espacios y los deseos tanto de él y de los demás y por primera vez siento que puedo entender muchas cosas que los perros nos tratan de decir con su lenguaje corporal.

El aprendizaje ha sido increíble y el camino ha sido lleno de altibajos porque Franco, desde que llegó era muy inseguro y miedoso y eso hacía que reaccionara con agresividad en ciertas situaciones, lo cual era muy frustrante para mí y lloré muchas veces porque sentía que no lo entendía y no sabía cómo ayudarlo a que fuera feliz. Nunca nos rendimos y pusimos de nuestra parte para que él se sintiera más seguro y el cambio ha sido increíble, ha tomado tiempo y no es perfecto y eso está bien, ya sabemos cómo comunicarnos más asertivamente y qué cosas evitar para que él no reaccione.


Hoy puedo decir que Franco me ha sorprendido y que nunca imaginé que las cosas podrían estar así de bien, él es un perro más seguro y sobre todo un perro mucho más feliz. Lo amo con mi alma y siempre será para mí el bebé de la casa, el que me enseñó a seguir adelante y a no rendirme nunca sin importar el panorama. Y aunque nos falta camino por recorrer, todo ha valido la pena y si tuviera la oportunidad, lo volvería a escoger sin dudarlo.

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