Mi experiencia con el entrenamiento
Nunca fui una persona a la que le interesó entrenar a Lola.
Es más, al inicio tuvimos bastantes episodios enloquecedores dónde el peor era que Lola me mordía los brazos sin parar. También era una perrita bastante inquieta y dañina, aunque eso es un comportamiento normal en muchos cachorros. Ella dañaba de todo: camisas, zapatos, almohadas, cojines, la madera y demás. En parte creo que algunos de esos comportamientos fueron mi responsabilidad porque ahora que pienso en todo lo que pasó, me doy cuenta de que Lola tenía algunas necesidades insatisfechas y esa era una forma de ella desahogarse y drenar energía. Cuando Lola tenía cinco meses decidimos entrenarla más que nada para corregir el tema de la mordida que era tan desesperante. Nunca me ha interesado que mis perros sean los mejores portados, ni que sean como robots, siempre he preferido que sean como son y el entrenamiento lo he visto como una herramienta para mejorar ciertas conductas, y sobre todo para darles herramientas a los perros de manejo emocional, esta es una apreciación muy personal mía. Con Franco, la historia fue un poco diferente porque tratamos de corregir los errores que cometimos con Lola en un principio y puntualmente arrancamos con él con un entrenador cuando tenía 4 meses para poder compenetrar su relación con Lola, al poco tiempo surgieron comportamientos en él que quisimos revisar porque notamos que era muy inseguro y desconfiado y gruñía por muchas razones. Siento que durante el entrenamiento cometimos muchos errores en el manejo y eso hizo que Franco estuviera peor por un tiempo y que nuestra frustración incrementara. Para serles sincera, apenas hasta hace seis meses fue que logramos dar con el entrenador idóneo y gracias a eso nuestra vida cambió para bien. Siento que ahora Franco y Lola son mucho más felices y hemos fortalecido nuestro vínculo con ellos, son perros mucho más confiados. Aunque falta un camino por recorrer y nada es perfecto, sin duda si pudiera empezar desde cero haría las cosas de otra forma y ojalá hubieramos conocido a Álvaro, nuestro actual entrenador, desde el principio. Creo que para que un entrenamiento funcione, toca practicar mucho y no solo basta con tener un entrenador sino sacar el tiempo y hacerlo en casa. Si pudiera devolver el tiempo hubiera sido juiciosa con el entrenamiento en casa, no con el fin de que fueran juiciosos, sino con el propósito de brindarle a los gordos un tiempo de esparcimiento y de trabajo mental y de afianzar más nuestra relación y para darles herramientas de manejo emocional y darles alternativas. Igual nunca es tarde para empezar, hoy en día nuestro compromiso es total y hacemos sesiones de entrenamiento con ellos casi a diario y seguimos el proceso con el entrenador. |
Considero que escoger un entrenador es una gran responsabilidad, más cuando se trata de perritos que tienen ciertos comportamientos y lo que buscamos es la ayuda de alguien que entienda realmente por qué reaccionan de la forma en que lo hacen para así poder brindarles las herramientas y ayudarlos a gestionar sus emociones y sobre todo para poder entenderlos y que así ellos puedan ser felices. Todos tenemos las mejores intenciones cuando de entrenar a nuestros gordos se trata y a veces, por falta de conocimiento, podemos cometer errores que a la larga lo que hacen es que la relación con nuestro perro se vea afectada, pero todo puede cambiar y mejorar. En nuestro caso, lo que más nos funcionó fue dar con una persona que nos guiara para tratar de entender a Franco y a Lola y la razón de sus comportamientos, cosa que no es nada fácil, y hacer todo con amor y con respeto para generar en ellos una mayor confianza, y esto sí que es importante si tenemos un gordo inseguro o reactivo. Muchas veces me sentí frustrada y creía que era la única persona en el mundo que tenía dificultades con sus perros, pero la verdad es que ese pensamiento está demasiado alejado de la realidad, cuando entendí que no soy la única, sino que al contrario, somos demasiados los que estamos en esta situación, en ese momento decidí tomar las cosas con más calma y no avergonzarme si mis perros le ladran a los demás perros en un paseo o si me jalan o si quieren pastorear carros. Todo es un proceso y nada se consigue de la noche a la mañana, y cuando nos relajamos un poco le quitamos ese poder a lo que nosotros consideramos que es un problema, lo importante es actuar con tranquilidad y con amor y entender que cada perro tiene también su propia personalidad, y lo que funciona para uno, muchas veces no funciona para otros. Para los que en este momento tengan perros que sientan que necesitan ayuda y se sientan perdidos, quiero decirles que no se desesperen y busquen a alguien que los pueda ayudar. Si están físicamente ubicados en Cali, les recomiendo a Álvaro Osorio de Diestros Caninos, que es la persona con la que estamos trabajando actualmente, es un gran profesional y sobre todo una gran persona, que entiende que cada perro es diferente en cuanto a su personalidad y sus necesidades y que no existe un único método que funcione para todos.
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