Mi historia con los perros

Desde niña he sido una amante de los animales. En el colegio, mis cuadernos y carpetas eran únicamente de perros, gatos y animales salvajes, y tenía una obsesión con los jaguares. 

Tuve tortugas, conejos, hámsters y hasta pájaros,pero lo que siempre quise, desde que me acuerdo, era un perro, y de tanto insistirles a mis papás, un día a mis 5 años llegó Linda, una Fox Terrier pelo de alambre; ella era una perrita muy inquieta, tenía demasiada energía y siempre fue muy dañina. Muchos años después llegó Manuela, una labrador dorado, un 24 de diciembre como regalo del niño Dios. Mis hermanos y yo no podíamos de la felicidad cuando la vimos. Aunque éramos ya unos pre-adolescentes, debíamos tener responsabilidades compartidas para hacernos cargo de ella en todos los sentidos.

A Manuela le dábamos unos paseos larguísimos en familia, la bañábamos, y yo me encargaba personalmente de quitarle las garrapatas y de limpiarle las orejas. De hecho, esto siempre me ha obsesionado; cuando era más pequeña, a todos los perros que veía en una finca, sentía la necesidad de hurgarlos y quitarles las pulgas y las garrapatas.

Manuela vivió apenas 7 años; murió de cáncer de mama. Me acuerdo de ese día como si fuera ayer y de la tristeza y la impotencia tan grande que sentí.

Martina era la perra de mi hermana. Llegó a nuestra casa ya cuando estábamos en la universidad. Era una Beagle que no podía ver que nadie pasara corriendo por su lado cuando iba de

paseo, porque quería ir a morderlos. Era muy consentida y desde que era una cachorrita dormía en la cama con alguno de mis hermanos, metida dentro de las cobijas. Sufría de ansiedad por separación y cada vez que nos íbamos de viaje y la teníamos que dejar en un hotel para perros, empezaba a temblar y a llorar, y cuando la recogíamos llegaba a la casa ronca y muy delgada. La única persona que la peinaba y limpiaba era yo. Martina estuvo con nosotros 13 años largos. Le dio cáncer de bazo y la operaron; al final, le empezaron a fallar algunos órganos. Esto fue justo antes de la pandemia; fue un momento demasiado difícil.

Recientemente llegó Lola y después Franco, los que llegaron a darle un sentido diferente a mi vida y gracias a ellos encontré mi vocación, para lo que vine a este mundo: brindarles bienestar a través de la alimentación.

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